lunes, 7 de marzo de 2011

¿Trascender el ego o cultivar la autoestima?


La semana pasada tomé un taller vivencial, que me ayudó a trabajar con mis miedos y analizar las máscaras o barreras que uso para defenderme de aquellas situaciones que me generan conflicto.

Salieron muchas cosas que ya conocía gracias a la continua observación de mis hábitos, pensamientos y emociones. Pero salieron muchas otras que tenía una vaga idea de que existían ó eran extremadamente sutiles y dolorosas como para querer prestarles atención.

Noté una arrogancia sutil que me impide vincularme con los demás. ¡Pues claro!, ¿Cómo yo, que soy tan chingón, voy a permitirme perder el tiempo escuchando a otros inferiores?,  que se evaden y no entienden su mundo por su pereza y prejuicios; que hueva hablar con ellos, lo único que les interesa es el bendito chisme de Carmen Aristegui, Juai de rito,  y lo que pasa en el twitter de sus artistas favoritos.

Noté el miedo a vincularme con los demás por evitar sentir dolor, por ser ignorado como cuando era niño, ¿Para que vincularme con los demás? no me vayan a dañar…¡Mejor a chingar a su madre!

Pude observar  éstas y muchas otras capas que me separaban de un corazón abierto y vulnerable. Después de confrontaciones, cuestionamientos y analizar perspectivas más panorámicas de la situación, me llevaron a entender que el problema era que nunca había estado ahí para mi. Los desequilibrios en mi vida provenían de mi falta de compromiso y entrega a mí mismo.

Sé que suena trilladísimo y un consejo de señora: si no te lo puedes dar a ti mismo, no se lo puedes dar a los demás.

Seguro será todo un proceso el equilibrar mi autoestima, pero yo, budista hijo del Mahayana, que estoy intentando trascender al yo para dejar de sufrir, ¿Cómo debería de cultivar mi autoestima?, ¿Pues que no sufrimos debido al aferramiento al yo?, ¿Que no el sendero espiritual se trata de liberarse del aferramiento al Wii, al internet, a mi imagen, a las viejas y al Yo?

¿Cómo trabajar con un ego doble-moralista a lo mexicano?, quieres placer pero te sientes culpable de tenerlo (¡psss es pecado!), quieres llamar la atención, pero tienes miedo de que se den cuenta que quieres llamar la atención (eso es de gente egoísta y desesperada), quieres estabilidad económica, pero la gente con dinero es egoísta y mala, ¿no?

Que incongruencia. ¿Entonces con qué trabajamos? ¿Con el que quiere, o con el que se lo niega?

Si algo he observado es que cuando estoy meditando y no obtengo lo que quiero, hay de dos sopas: o me beneficio o me maldigo con ello. Cuando acepto la situación es gracias a que me siento tranquilo y seguro de mis capacidades y potenciales. Noto las condiciones que me evitaron profundizar y aprendo mucho.

Cuando me siento incapaz y dudo de mis capacidades me frustro, y producto de la ansiedad me ataco a mi mismo. ¡Nunca voy a lograrlo!, ¡Siempre me pasa lo mismo, esto no es para mi!, No puedo hacerlo, bla, bla, bla… ¡Por lo tanto, nunca lo voy a lograr, soy una mierda! Y por supuesto no aprendo nada y no me dan ganas de meditar de nuevo en mucho tiempo. Y si alguien se clava en ese viaje, hasta ahí llego su compromiso con la meditación.

Creo que la autoestima es importante. Cuando te aprecias lo suficiente harás lo que tengas que hacer para ser feliz y dejar de sufrir. Como te aprecias puedes tomar la mejor dirección para salir delante de una situación, alentarte y evitar sabotear tu propia práctica espiritual. Como te quieres, evaluarás si lo mejor que puedes hacer para ser feliz es dejar de aferrarte a tus ideas y las dejarás eventualmente. Si te aprecias lo suficiente entenderás que el bienestar de los demás influenciará tu propio bienestar y pensaras en ellos.

Si nos amamos con total entrega, quizás podremos entender que no hay nada a que aferrarse, por lo tanto podemos darle todo a los demás por que nunca  fuimos dependientes de algo o de alguien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario